India

La civilización del Valle del Indo que abarcaba el moderno noreste de Afganistán, Pakistán y el noroeste de la India, data de 3000 años a.C. Se desarrolló paralelamente a las civilizaciones egipcias y sumerias.

El Valle del Indo

Esta cultura se parece poco al occidental. Nuestra civilización optó por los ideales de individualismo, materialismo, racionalidad y masculinidad; la tradición en la India se basa en la no-violencia, la renuncia, la vida interior y lo femenino como pilares de su vida civil. Creó un imperio del espíritu.

La lengua sagrada de la India es el sánscrito, raíz de todos los dialectos del norte del país. Es parecido al avéstico,  un idioma iraní, y entró en el territorio con la invasión aria en el segundo milenio a.C. Los Arios eran Escitas de las estepas de Asia Central, jinetes excelentes cuya lengua era el iraní. Como nómadas ecuestres se movían por un área que se extendió desde el mar Caspio pasando por Afganistán hasta la China.

La información sobre el sánscrito y las creencias de sus gentes proviene de su literatura, una colección de textos sagrados conocidos como los Veda. El más antiguo, el Rig-veda, tiene cantos y himnos que datan de antes de la Ilíada y la Odisea y fueron preservados por tradición oral durante siglos. Cuentan la historia de la migración de gentes de piel blanca que hablaban sánscrita y que llegaron por el paso del Kiber desde Afganistán hacia el norte de la India. Se autodenominaban Arios. Encontraron una civilización próspera con ciudades, pueblos y fuertes, ricos en ganado y tesoro.

Desde el principio los ríos eran sagrados en la cultura india porque, igual que en Sumeria y Egipto, eran literalmente fuentes de vida. Las primeras ciudades indias crecieron en las tierras aluviales provenientes de las inundaciones del Indo. En los años 20 indicaciones en el Rig-veda llevaron a los arqueólogos a la planicie de Sindh (hoy Karachi), en Pakistán, para encontrar lo que hasta entonces era una civilización desconocida. Fue un imperio que había comerciado con Babilonia y Ur de los Caldeos. Su centro se llamaba Mohenjo-daro y durante la edad de pirámides en Egipto era la ciudad más grande del mundo. La razón de su declive todavía no se conoce.

El pueblo ha sido la base de la vida india durante milenios y dos tercios de su población aún viven en pueblos. Así pudieron mantener los valores esenciales de su cultura a pesar de invasiones arias o británicas. La clave de estos valores es la creencia profunda que toda vida es sagrada. En Occidente el concepto de un coche sagrado puede carecer de sentido pero aquí, para gentes pobres, la vaca puede tirar de un carro y da alimento en forma de leche. Matarla es un sacrilegio. En los santuarios de los pueblos se encuentra una oración en sánscrito sobre un ícono en piedra negra, copia de las piedras fálicas de Mohenjo-daro y símbolo del dios Shiva, la fuerza del mundo. Existe todavía, aunque de manera ilegal, un sistema social de segregación, llamado castas, con origen, posiblemente, en la separación entre los invasores arios de piel clara y los indígenas conquistados de piel oscura. De todas maneras la fusión de ambas culturas en el primer milenio de nuestra era dio fruto a obras espirituales grandiosas como la Mahabharata, un relato heroico. En él, Krishna nos recuerda que la obsesión con los sentidos y el materialismo es la ruina de la razón y destruye lo humano. La conciencia es un regalo de la India al mundo.

Alrededor de los años 500 a.C. la vida en la ciudad revivió en Varanasi sobre el río Ganges. Aquí se celebra el festival de Shiva. Su ciudad, que para los creyentes existe intemporalmente, fuera de la historia, es un lugar de redención. La Mahabharata en el primer milenio a.C. concibió la India como una tierra unida por el peregrinaje. Es esta vasta circulación de gentes, ideas y dinero lo que dio unidad al país.

A unos 6 kilómetros de Varanasi, por el año 500 a.C., el joven Buda predicó un sermón que cambiaría el mundo. Dijo que la respuesta al sufrimiento humano era sencilla: son los sentidos y deseos materiales que están a la raíz de la infelicidad humana. Si uno se deshace de estos encontrará el camino de la salvación, el nirvana.

El periodo que incluye la vida de Buda, los siglos 6 y 5 a.C., forma parte de la Edad Axial, según Karl Jaspers, porque muchas ideas de esta época eran revolucionarias: Buda, los socráticos en Grecia, los profetas hebreos y Confucio en China. Las primeras civilizaciones estaban sufriendo una crisis que arrojaba preguntas sobre la naturaleza de Dios, el sentido de la vida, la autoridad de los reyes y los fundamentos morales de la vida en común. Cada civilización dio respuestas a su manera. Oriente Medio tomó el camino del monoteísmo que sería central en la ideología de Occidente e Islam. El Confucionismo promovió el rol del individuo, la familia y el Estado en un orden moral perfectible. En cambio, en la India la gran tradición insistió que la vida terrenal y material es una ilusión y que la verdadera iluminación sólo puede alcanzarse renunciando al deseo. Es el contrario del moderno ideal consumista de Occidente.

Kerala, un lugar cosmopolita en la costa suroeste de la India, se encontraba en las Rutas marítimas de la Seda a partir del primer siglo de nuestra era. Aquí el comercio importante fue él de las especies, sobre todo pimiento negro  y gingembre, palabras ambas del sud de la India. Este contacto comercial ayudó a engendrar una sociedad tolerante con el ideal de la civilización como pluralidad. Aquí hindúes, cristianos,  musulmanes y judíos todavía viven juntos.

Nuestra idea popular de la India fue creada por el Imperio Mogol que en el siglo 16 creó un arte y arquitectura que aún la define. (El Taj Mahal es Mogol, por ejemplo.) Su emperador, Akbar el Grande, intentó encontrar una síntesis de todas las religiones en su Imperio. Akbar era musulmán pero, quizás motivado por consideraciones políticas, reunió hombres santos hindúes, cristianos, judíos, zoriastrianos, musulmanes chiíes y suníes. A partir de las discusiones intentó formular una creencia sencilla en un Dios común y una doctrina de conducta moral. Esta visión pluralista era una solución exquisita a la diversidad religiosa divisoria en el país, pero estaba destinada a fracasar en la India con sus expresiones espirituales tan encontradas. La capital de Imperio Mogol, hoy Uttar Pradesh, quedó desierto por falta de agua, pero los valores de tolerancia religiosa inspiraron a Nehru y Mahatma Gandhi en su lucha por la independencia frente al Imperio Británico.

Al sud de la India los Tamiles escaparon al impacto musulmán y la antigua visión hindú sobrevivió. La costa tamil fue frecuentada por comerciantes griegos y romanos en busca de especies. Aquí también encontramos a Shiva, el dios de la prehistoria, hecho en bronce, 400 años antes de Donatello en Florencia. Los Tamiles son ejemplos de la búsqueda india de unidad en la diversidad. Son diferentes de los pueblos del norte en raza, idioma, religión y arquitectura. Sin embargo la cultura Tamil está unida a la Madre India a través de su búsqueda del Dharma, la ley moral. Son leales a las raíces maternales de la India. En la capital, Madurai, veneran la Gran Diosa, el principio femenino de la Creación cambiada en Occidente por el Dios masculino del monoteísmo.

Posiblemente aquí, entre los Tamiles, se puede encontrar la respuesta al misterio de Mohenjo-daro y las ciudades del Indo cuyas razones de declive todavía no se conocen. ¿Puede ser que los Tamiles con su piel oscura son descendientes de aquella civilización? Se puede ver una relación entre los dos en sus ritos y oraciones ancestrales. (La palabra 'mantra' es sánscrita.) Una vez al año los Tamiles  llevan la imagen de la Diosa a las orillas de un lago sagrado para celebrar su boda con Shiva. Cantan himnos en Tamil, quizás la lengua descendiente de las lenguas del valle del Indo.