Centroamérica

En 1492 los exploradores españoles llegaron al continente americano. Esta hazaña reunió de nuevo las dos partes del mundo que habían sido apartados por la reconfiguración tectónica del planeta que interpuso los océanos Atlántico y Pacífico entre Eurasia y América.

Hace 150 años en las junglas de América Central exploradores europeos encontraron las pirámides de una civilización desconocida : la maya.

Antiguas culturas mesoamericanas

Los mayas compartían con la civilización china la creencia fundamental que la humanidad no está separada de la naturaleza. sino que forma parte del orden natural. Sin embargo al corazón de la visión maya de la civilización había una obsesión con el tiempo, medido en ciclos de cientos de millones de años. Los griegos exploraron el cosmos por medio de la geometría, los hindúes por la metafísica, los maya por las matemáticas de la eternidad.

En el pueblo mercader de Chchicastenango los habitantes todavía hablan la lengua de la civilización precolombina: maya. Delante de la iglesia de Santo Tomás viajeros queman incienso pidiendo el perdón de los espíritus mayas. Cuando empieza la misa participan en la ceremonia de fuego dentro de la iglesia, organizada por las cofradías mayas. En medio de la iglesia hay altares para los ancestros y los chamanes. Las cofradías repiten los ritos de sus ancestros dentro de la iglesia católica, a pesar de la conquista española, en un acto de sincretismo religioso. Sin embargo se van del templo antes del final de la misa. Su fe y sus creencias son otras. Fue a través de las cofradías mayas que los europeos pudieron ver y copiar el único manuscrito del génesis maya : El Popol Vuh.

Para los mayas la Tierra es un ser sagrado, benigno y terrible en su poder, porque su territorio era una zona de extremos de calor y frío rodeada de volcanes y plagada por terremotos frecuentes. El Popol Vuh explica cómo los humanos llegaron a este paraíso violento dónde se necesita cultivar la tierra y tener respeto por su divinidad. A los humanos se les dio memoria para contar los días y aguantar el peso del tiempo. Tenían la responsabilidad de mantener los ritos y si dejaban de hacerlo el universo ya no tendría sentido.

En esta mitología maya hay, quizás, un recuerdo distante de la migración desde Asia de los ancestros de los pueblos de la Américas. Hoy día en Guatemala se pueden ver ritos y creencias que comparten con los pueblos de China y el este asiático : el uso del jade en los ritos mortuorios, el simbolismo de la tortuga, la adivinación y la quema de oraciones. Esto es pre-lingüístico y forma parte de una raíz común de la humanidad.

La primera capital de la civilización centroamericana floreció en el primer milenio de nuestra era en el valle de México y se llamaba Teotihuacán (el lugar donde los hombres llegan a ser dioses). Aquí construyeron una enorme ciudad, centro de un imperio comercial, que se extendió por toda América central. Aquí también edificaron grandes pirámides que rivalizan con los de Egipto. Es testimonio que la mente humana crea los mismos símbolos aunque separada por la distancia de dos océanos. Encontramos los mismos sueños de unir la tierra y los cielos.

Se ha hecho un descubrimiento extraordinario justo debajo de la Pirámide del Sol : un plano elaborado de la ciudad como símbolo cósmico. En un pasaje a través de la lava se encontró una cámara de siete vértices exactamente debajo del centro de la pirámide. Este era el lugar original del peregrinaje, la salida de los primeros ancestros mencionados en el posterior Popol Vuh. El mito explicaba que la humanidad vivía en la tierra y sobre esta había una bóveda celeste. La pirámide es el espejo de este orden celeste.

Teotihuacán fue la primera civilización urbana en Centroamérica. Si comparamos sus orígenes con los de las primeras ciudades en Iraq, la India o la dinastía Zhang en China obtenemos una imagen similar. El meollo de esta visión compartida es la ciudad como patrón terrenal del orden cósmico. Se ve en esta primera ciudad mejicana con sus planes de intersección en cuatro direcciones alineadas con las montañas de alrededor, a las constelaciones y al mundo subterráneo, la cueva bajo la pirámide del Sol. Es una manera de mantener el orden del universo. En América Central las ciudades mantienen esta función aunque lleguen a ser centros comerciales. La mitología fue una de las fuerzas motoras en el desarrollo de la civilización que vio la mezcla de la religión, lo social y lo político.

El movimiento civilizador se extendió por América Central desde el valle de Méjico a las junglas de Guatemala y los Mayas. En Honduras el centro era Copan gobernado por una dinastía de los siglos 5 al 9 d.C. Sus plazas públicas y canchas de juego fueron adornadas con esculturas.

Ahora podemos descifrar la escritura maya, inventada independientemente aquí como en Eurasia, otra señal común de la civilización. El gran monumento a la alfabetización maya es la escalinata jeroglífica de Copan, una colina de escritura que contiene más de 1.200 signos. Cuenta las dinastías míticas y reales hasta 755 de nuestra era. El último rey de Copan murió en el invierno de 820. El último día del calendario fue el 10 de febrero. Después el sitio fue abandonado y dejado a la jungla. Sobre la misma fecha Tikal fue abandonado y pronto todas las ciudades clásicas de los mayas se habían ido. El por qué es un misterio.

Con el colapso de los mayas clásicos la civilización volvió al valle de México. Aquí había una planicie envuelta de montañas y con un gran lago con islotes. Aquí en lo que hoy es la ciudad de México se instaló en el siglo 14 una tribu guerrera llamada México, con su cultura azteca. La moderna Plaza del Zócalo era el centro ritual de la ciudad. Excavaciones han descubierto aquí las fundaciones del gran dios azteca de la guerra. Cortés y sus conquistadores vieron aquí escenas horribles - sacrificios de miles de personas a estos dioses supuestamente sedientos de sangre humana. Todas las civilizaciones han usado sacrificios en sus religiones y a través de la historia el teólogo ha sido compañero íntimo del verdugo. Derramar sangre ligado a la continuidad de la vida es una idea enraizada en la psique humana.

En la conquista de Guatemala los españoles construyeron su nuevo capital en Antigua. Era una muestra de los ideales de la civilización europea, pero la realidad fue un genocidio, por enfermedades traídas de Europa o violencia guerrera. Fue entre los clérigos católicos que la conciencia europea creció. Bartolomé de las Casas fue un defensor apasionado de los indígenas. Todavía en Cobán, su diócesis, la misa se canta en maya, no en español.

150 años después de la conquista la última ciudad maya cayó. En la jungla remota del norte de Guatemala se alzaba Flores, ciudad fortificada ubicada en una isla. Los libros proféticos de los Mayas del Yucatán predijeron que algo catastrófico acontecería en ciclos de 256 o 257 años. El siguiente ciclo debía empezar en 1697. Sabiendo esto los españoles atacaron en 13 de marzo y conquistaron la ciudad con armamento superior y quizás con una ventaja sicológica. El mito de los 256/7 años posiblemente debilitó la resistencia maya que hasta hoy han aceptado la conquista como una fatalidad inevitable. Su calendario del tiempo ayudó a acabar con su civilización.

Hoy el tradicional cuento del tiempo continúa. En 1954 un golpe de estado interno, ayudado por USA, acabó con su democracia. Aconteció exactamente 257 años después de la caída de Flores. ¿El mítico calendario prevé el futuro o la fe en él obra para cumplir sus predicciones?

En el mito de la Creación el Popol Vuh dice que los seres humanos mantenían el equilibrio entre los espíritus de los ancestros y los espíritus de la guerra y el cielo. Los Mayas, invadidos por la modernidad, todavía guardan en secreto sus antiguas convicciones y en días escogidos del calendario maya nuevos chamanes son iniciados para llevar el peso del tiempo, el recuento temporal de sus creencias. Desde la conquista los mayas han vivido externamente un calendario occidental mientras guardaban en secreto un universo diferente. Parecía que los antiguos mitos podían haber sido causa de su decadencia, pero a la vez eran guardianes de su verdadera historia. En un futuro más tolerante y plural quizás este pueblo pueda volver a vivir su propia historia en su propio tiempo.